Básicamente, hay personas enfermas que necesitan atención médica y que también recurren a las propiedades curativas de la religión para recuperarse.
La idea que hay por detrás del concepto es que el poder sobrenatural de un ser divino puede curar los problemas de salud tanto como la ciencia médica o incluso mejor.
La curación por la fe es una práctica con miles de años de antigüedad y profundamente arraigada en muchas culturas del mundo.
Según el cristianismo, la curación por la fe queda reflejada en muchos de los milagros obrados por Jesús y sus apóstoles. En Mateo 9:27-31, por ejemplo, se cuenta cómo Cristo curó a dos ciegos.
En Marcos 7:31-37 también se habla de cómo Jesús curó a un hombre sordomudo.
En el siglo IV, la fascinación con los santos martirizados llevó a una obsesión cultural con las reliquias religiosas en Europa, que podían ser desde trozos de madera de la supuesta Vera Cruz hasta huesos robados de las tumbas de los santos. ¿La razón? Sus supuestas propiedades milagrosas.
En la Edad Media se creía que tanto los santos como sus reliquias eran capaces de obrar milagros. Sin embargo, algunos sacerdotes de la época se mostraban escépticos con muchos de los tratamientos y los tildaban de mágicos y sacrílegos. En contraposición, defendían los exorcismos y consideraban que los amuletos eran sagrados.
En el siglo XVI, se había vuelto algo habitual poner en entredicho las palabras del clero y condenar el culto a los santos. Gran parte de la sociedad europea cuestionaba la validez de los milagros curativos promovidos por la Iglesia católica. Entre sus detractores se encontraba el teólogo francés Juan Calvino, quien creía que pedir milagros a los santos era pecado y un sinsentido.
A medida que la cristiandad occidental se expandía en el siglo XIX, también lo hacía la postura hacia las enseñanzas de Jesucristo. Los misioneros hicieron especial hincapié en las ideas acerca de las implicaciones sociales del poder curativo de la salvación para librarse del pecado y alcanzar la vida eterna. De hecho, el mensaje giraba más en torno al poder del cristianismo para curar las lacras sociales que las enfermedades físicas como tal.
En el siglo XIX se vivieron enormes avances médicos. Los descubrimientos científicos acerca de la asepsia, la anestesia y las enfermedades infecciosas aumentaron considerablemente la eficiencia de la medicina occidental. Como resultado, las prácticas de curación por la fe cayeron en desuso y las misiones médicas empezaron a verse como una forma de demostrar los beneficios de la cristiandad y como un reflejo de la compasión de Jesús y sus poderes curativos.
Hoy en día, la idea de los milagros instantáneos para curar las enfermedades físicas no tiene mucha fuerza en la Iglesia católica. En la actualidad se hace más hincapié en mejorar la vida de los creyentes a través del fortalecimiento de los vínculos familiares y la fe en Dios.
Dicho esto, los rituales simbólicos enraizados en la práctica de la curación por la fe tradicional siguen vigentes. La Iglesia primitiva sancionaba la curación por la fe a través de prácticas como la unción y la imposición de manos, un rito que se sigue realizando a día de hoy.
La imposición de manos consiste en poner las manos en la cabeza de una persona. Se trata de una de las prácticas más frecuentes en el Antiguo y Nuevo Testamento y en la liturgia cristiana, aunque las circunstancias y los significados varían. Este ritual solía inscribirse en el judaísmo y después pasó a adoptarse por el cristianismo. Se cree que este gesto ayuda a transmitir algún tipo de poder o cualidad, normalmente en forma de bendición.
¿Cuál es la diferencia entre la curación por la fe y la curación espiritual? Los defensores de esta última no buscan la intervención de un dios, sino que simplemente creen en la energía divina. A esta práctica se la suele conocer como medicina alternativa.
En 2016, la CNN publicó un reportaje sobre un estudio que revelaba que 9 de cada 10 estadounidenses habían recurrido a la curación por la fe en algún momento de sus vidas. Y no solo eso, sino que las conclusiones apuntaban a que la oración era uno de los tratamientos médicos más extendidos.
En 2009, una revista católica de EE. UU. publicó una historia sobre un hombre que había sufrido problemas de visión desde pequeño. Todo apuntaba a que iba a tener que someterse a un trasplante de córnea. Incapaz de pensar en pasar por quirófano, el hombre le pidió a Dios que le mejorase la vista. Según el artículo, cuando se levantó a la mañana siguiente, su ojo estaba mejor sin explicación médica aparente.
La curación por la fe puede considerarse espiritual, supernatural o paranormal. ¿Pero cómo se practica por cuenta propia?
Existen varios tipos de curación por la fe. La oración de intercesión, por ejemplo, incluye los rezos del paciente y de quienes lo rodean, sean o no conocidos. La idea es que todos aúnen sus fuerzas para lograr un efecto positivo que ayude a revertir la enfermedad.
Parece ser que la oración de intercesión ha inspirado algunos milagros (como que un paciente con lesión medular recupere la capacidad de andar). Los escépticos, sin embargo, aseguran que la mayoría son el resultado de una rehabilitación intensiva o de un tratamiento revolucionario.
La curación por la fe también se manifiesta en forma de predicadores carismáticos que dicen tener poderes divinos para curar las enfermedades. Uno de ellos fue el evangelista John Alexander Dowie (1847-1907) quien, entre otras cosas, se ofreció a rezar por los enfermos que estuviesen dispuestos a contribuir a su causa. En la imagen se le ve dando un sermón en el Madison Square Garden de Nueva York (EE. UU.) en 1903.
Según el testimonio de un testigo ocular, la evangelista canadiense Aimee Semple McPherson le dio un brazo nuevo a un hombre gracias al poder de la oración.
A principios de la década de los 20, Lora Barrett se encontraba en un servicio religioso de McPherson en el Angelus Temple (Los Ángeles, EE. UU). Un joven manco le pidió a McPherson que rezase por él. Al parecer, en cuestión de minutos le salió un brazo nuevo.
Rasputín fue uno de los curadores religiosos más conocidos de la historia. Al místico ruso y autoproclamado hombre santo se le encargó encontrar una cura para la hemofilia de Alexei, el hijo pequeño del zar Nicolás II y su mujer, Alexandra. Sin embargo, en lugar de cumplir lo que se esperaba de él, la siniestra y escandalosa reputación de Rasputín precipitó la caída del gobierno zarista y el derrocamiento de la dinastía Romanov.
La fe puede residir en un lugar en particular que después se convierte en un sitio de peregrinaje para los creyentes. En el antiguo Egipto y la antigua Grecia, por ejemplo, los templos erigidos en honor a Asclepio, el dios griego de la medicina, solían estar cerca de manantiales naturales, ya que era habitual creer en el poder curativo del agua.
En Lourdes (Francia), uno de los lugares de peregrinaje más famosos, los devotos se bañan en las aguas que brotan de la fuente de los manantiales naturales. Aquí se han documentado numerosos milagros, desde la curación de enfermos de cáncer hasta la reversión de la parálisis e incluso la ceguera.
El Santuario de Fátima atrae a millones de peregrinos todos los años, muchos de los cuales portan miembros de cera que se corresponden con las partes del cuerpo que les faltan o que les duelen. Después los dan como ofrenda con la esperanza de que el remedio divino les sea propicio.
Según la empresa de investigación y recursos de sanación visionaria Barna, la mayoría de estadounidenses (66%) cree que Dios puede curar las dolencias físicas de las personas de manera supernatural. Incluso hay confesiones cristianas cuyas doctrinas contemplan los milagros modernos como parte de la vida cotidiana de los creyentes.
El cristianismo carismático, por ejemplo, es un movimiento que hace hincapié en la obra del Espíritu Santo, los dones espirituales y los milagros modernos. Algunos de sus seguidores recurrieron a las oraciones para hacer frente al coronavirus, por ejemplo. ¿Pero cómo se curaban con la distancia social de por medio? Según The Washington Post, muchos devotos recurrieron a líneas de curación telefónicas creyendo que escuchar a un cura recitar una oración bastaría para sanarlos.
Si bien prácticamente todos los científicos y filósofos consideran que la curación por la fe es una pseudociencia, no todos los que la practican lo hacen por motivos religiosos o culturales. Hay quienes recurren a ella cuando quedan sin opciones de tratamiento y sienten que la desesperación se apodera de ellos.
Fuentes: (Encyclopedia) (Britannica) (Social History of Medicine) (Bulletin of the History of Medicine) (CNN) (U.S. Catholic) (SpinalCord.com) (Healing and Revival) (Foursquare) (The Washington Post) (Barna Group)
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Se trata de un método para curar las enfermedades a través del ejercicio de la fe en lugar de mediante tratamientos médicos convencionales.
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ESTILO DE VIDA Religión
La curación por la fe es una práctica antiquísima con defensores en cada esquina del mundo. Se la define como "un tratamiento de las enfermedades a través de la oración y la manifestación de la fe en Dios". Las primeras curaciones de este estilo de las que se tienen constancia aparecen mencionadas en el Antiguo y Nuevo Testamento como milagros realizados por Dios y Jesús. Desde entonces, muchos han asegurado que la fe puede curar todo tipo de dolencias, desde el cáncer hasta la ceguera y la artritis. ¿Puede la creencia en un poder divino ofrecer una solución a los problemas físicos y mentales? Haz clic para descubrirlo.