Durante siglos, las sales se han empleado en los baños para aliviar las agujetas y favorecer la relajación. Hace más de 400 años, los agricultores de la pequeña ciudad de Epsom (Inglaterra) se dieron cuenta de que el ganado no podía beber de algunos manantiales debido a que el agua sabía mucho a magnesio y sulfatos. Hoy en día, las sales de este lugar son conocidas en todo el mundo y se dice que poseen un sinfín de beneficios para la salud. ¿Pero hay algo de verdad en las afirmaciones? ¡Haz clic para descubrirlo!
El uso de las sales de Epsom se remonta al siglo XVII, cuando estos pequeños cristales incoloros empezaron a utilizarse para tratar todo tipo de problemas de salud.
Esta sal se descubrió por accidente en la ciudad de Epsom, Inglaterra. Los manantiales no eran del gusto del ganado, pero a las personas les resultaba relajante bañarse en ellos.
La ciudad no tardó en convertirse en un destino popular de spa y en el siglo XVII la sal empezó a separarse del agua y a venderse como un producto independiente.
La composición química de la sal de Epsom, cómo no, se parece a la de la sal. Sin embargo, si la pruebas, te darás cuenta de que el sabor es amargo y desagradable.
Las personas usan las sales de Epsom en casa para tratar varias dolencias, entre ellas el dolor y la hinchazón provocados por la artritis, las uñas encarnadas, el insomnio, las agujetas, la fibromialgia y el dolor y el enrojecimiento de las quemaduras de sol.
Se dice que darse un baño caliente con sales de Epsom ayuda a tratar el insomnio, la psoriasis y los pies cansados e hinchados.
Las sales de Epsom también pueden ingerirse para tratar el estreñimiento, ya que tienen propiedades laxantes. Todo lo que hay que hacer es disolverlas en un vaso con agua.
Sin embargo, las formas de magnesio que más suelen consumirse para este fin son el citrato, el óxido y el hidróxido de magnesio.
Aunque tomar sales de Epsom para aliviar el estreñimiento puede funcionar, no hay tantos estudios al respecto como ocurre con las otras formas de magnesio. Por lo tanto, podrían darse otros efectos secundarios desagradables como heces blandas.
Una vez en el agua, las sales se descomponen en sulfato y magnesio. Hay quienes creen que este mineral se puede absorber a través de la piel, pero no está demostrado y podría ser más bien un mito que una realidad.
El magnesio es un mineral esencial empleado en más de 300 reacciones bioquímicas del organismo que contribuye al correcto funcionamiento tanto del corazón como del sistema nervioso.
Se han hecho algunos estudios a muy pequeña escala acerca de la absorción de magnesio a través de los baños con sales de Epsom, pero el número de participantes era demasiado bajo y se carecía de un grupo de control.
Aunque los niveles de magnesio en sangre de algunos participantes parecían ser mayores tras bañarse con sales de Epsom, la calidad de las condiciones era cuestionable y otros estudios arrojaron resultados opuestos.
Esto probablemente se debe a que, en su mayoría, la piel actúa como una barrera. No es una esponja, sino nuestra primera línea de defensa destinada a mantener las cosas fuera del organismo.
Un baño con sales de Epsom tiene la habilidad legendaria de reducir los calambres y aliviar la rigidez muscular, pero esto probablemente se deba al efecto relajante de estar en la bañera.
Los atletas suelen tener unos niveles más bajos de magnesio, necesario para la recuperación muscular. Tomar suplementos de este mineral puede ayudar, mientras que un baño puede ofrecerles confort durante el proceso.
Las condiciones como la artritis y la fibromialgia pueden provocar inflamación crónica que, a su vez, puede causar dolor y rigidez.
Darse un baño con sales de Epsom también se considera útil para tratar estos problemas. Sin embargo, faltan pruebas científicas que lo confirmen.
Es improbable que un baño con sales de Epsom te ofrezca más o menos alivio que un baño normal. Aun así, se cree que bañarse ayuda a regular el ciclo circadiano del cuerpo debido al aumento de la temperatura.
También se cree que bañarse ayuda a activar el sistema nervioso parasimpático, es decir, el modo de "descanso y digestión" del cuerpo.
Las sales de Epsom pueden utilizarse como exfoliante. Tan solo tienes que mezclar media cucharilla con tu agente limpiador habitual y masajear suavemente la piel con ello.
Si quieres darte un baño con sales de Epsom, echa 475 g en la bañera mientras el agua corre, ya que así se disolverán más rápido.
También se dice que las sales de Epsom actúan como un acondicionador que le da volumen al cabello. Si quieres probar, tan solo tienes que mezclar dos partes iguales de sales y acondicionador y dejar que actúe durante 20 minutos antes de aclarar el pelo con agua.
Si tu bañera tiene chorros a presión, piénsatelo dos veces antes de usar sales de Epsom. A menos que el fabricante especifique lo contrario, las sales podrían estropearlos.
Cuando compres sales de Epsom, asegúrate de que la composición sea 100% sulfato de magnesio. Y recuerda: ninguno de los beneficios que se le atribuyen tiene una base científica.
Si se usan correctamente, las sales de Epsom son inocuas. También son asequibles y fáciles de utilizar y se venden en casi todas las farmacias y supermercados. No obstante, las personas embarazadas o con problemas de corazón o riñones deben abstenerse de utilizarlas.
Fuentes: (National Geographic) (WebMD) (Healthline) (Medical News Today) (Health.com)
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¿Qué dice la ciencia sobre las sales de Epsom?
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Durante siglos, las sales se han empleado en los baños para aliviar las agujetas y favorecer la relajación. Hace más de 400 años, los agricultores de la pequeña ciudad de Epsom (Inglaterra) se dieron cuenta de que el ganado no podía beber de algunos manantiales debido a que el agua sabía mucho a magnesio y sulfatos. Hoy en día, las sales de este lugar son conocidas en todo el mundo y se dice que poseen un sinfín de beneficios para la salud. ¿Pero hay algo de verdad en las afirmaciones? ¡Haz clic para descubrirlo!